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PSICOFONÍAS - Expresso Teatro

  • Foto del escritor: PAQUIDERMO
    PAQUIDERMO
  • 23 nov 2019
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun 2020

Teresa Díaz del Guante.


El pasado jueves tuve la oportunidad de ver las cuatro obras que propone EXPRESSO TEATRO. En cada edición, han propuesto una temática en la que las obras seleccionadas la abordan desde su perspectiva creativa. En esta 4ta edición el tema es: PSICOFONÍAS.


Por si no han tenido la oportunidad de asistir, la dinámica es muy sencilla, son obras de Teatro breve, es decir una duración no mayor a 15 minutos, se presentan dos obras simultáneas, de modo que puedas hacer el recorrido de las 4 piezas en dos grupos, o ver aquellas que elegiste.


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Empiezo por celebrar que siendo un proyecto independiente, no ha desistido y pese a todo, no ha dado luces de querer desaparecer. Pensaba el otro día, sobre todo después del sabor de boca de la MET y MRT, que la escena en la ciudad es sostenida a pulso y voluntad de una nueva generación que no encuentra cabida en los espacios ya asignados y al no tener nada que ganar, pues encuentra el “no perder” en apostarlo todo por el Teatro.


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Creo que EXPRESSO TEATRO, se ha posicionado como un espacio que ha dado puente a que algunos encuentren en el Teatro breve, la posibilidad de incursionar en la dirección y sobre todo, la libertad de que estos creadores encuentren en el laboratorio, la generación de pequeñas piezas que seguro con el tiempo solidificaran una visión de la escena y por tanto, aportar a la escena local.


Hablando del laboratorio, una de las piezas que se deja ver como una búsqueda, como el desahogo de inquietudes por parte del director, es LA VIEJA INÉS, pieza de Víctor Quintero, incipiente director que ha abordado el Teatro físico desde la actoralidad y que encuentra en este montaje la vía para cuestionarse desde “afuera”. LA VIEJA INÉS, propone una mujer atormentada, de pronto me vi en la cabeza de una asesina serial, con las voces de todas sus victimas tocando la puerta de la conciencia o el recuerdo. Hay en LA VIEJA INÉS, un camino conocido para Víctor, pero una enaltecida intención de buscar un lenguaje propio. El espacio es negro completamente, me sentí en la cabeza de alguien, en la cabeza de Inés, era como un sueño para ciegos, solo aquellas cosas que se pueden recordar. La imagen del hijo, quizá, si es que fuera una asesina, quizá victima de ella, o el golpe que detonó los otros asesinatos. Algo que siempre disfruto de la actriz María José, es este arrojo que tiene para encarar de frente al público, siempre irreverente, aventada, pero esta vez, le vi trabajar desde un lugar que me pareció muy honesto, creo que encontró en el "espejo" el camino para ir adentro, a diferencia de los otros trabajos en los que la he visto donde es una irreverencia que va hacia afuera, admirable también, pero me agradó verla cuestionarnos sobre la vida, sobre lo motivos para morir desde un grito que venía desde un lugar y no solo desde el arrojo.


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BERENICE, por otra parte, es una lectura muy precisa del relato de Edgar Allan Poe. La manera en la que el autor-director sintetiza y logra someter a su actor a esta condición de encierro en sí mismo, es de agradecer. Comparto que hay en la pieza una atmósfera lograda, sobre todo por parte del actor, quien encarna a Egaeus, de modo que cuando llega la palabra, esta es tan eficiente como poderosa. Creo además que la selección de textos y la dramaturgia es bastante clara y precisa. Es muy visible el trabajo interno del actor, como se cuestiona, y se revuelca en la misma línea desde un lugar que resulta obsesivo, que resulta la locura, sin caer en ese juego común y exagerado que suele tomarse cuando se llevan a escena este tipo de temáticas. Me pareció un trabajo bastante honesto, redondo y bien pensado, donde no se precisa de tener la lectura previa de Poe. Cuando la pieza comienza, BERENICE, ya es aquella figura que deambula, y Egaeus está en completamente abstraído de sí. De pronto el grito, el grito de la muerte lo despierta, y ahí están esos dientes, perlas finas que eran lo único lozano en Berenice, la obsesión de Egaeus. Creo de las cuatro piezas, BERENICE, resulta la más redonda, la atmósfera es consistente, se convierte en un binomio creado por el actor y el espacio, donde ambos se fortalecen, de modo que cuando entra la actriz, Berenice, hay una sensación de “algo-alguien” que ha venido de otro lugar que no es el mismo que tiene el tiempo.


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Confieso que me cuesta mucho entrar a obras donde sé que me van a exponer, tengo un gran conflicto con ello. Creo que el publico no debe exponerse, y acercarlo a la escena poco tendrá que ver con “obligarlo”, y hacerlo con ser “arriesgado”, sin embargo en la pieza SOLO ASÍ LO DECIDO, me hizo ir cediendo ante el hecho, hasta que de pronto me sentí dentro. Una de las cosas que celebro de esta pieza, es que hay una gran inquietud por parte del director, Jorge Salazar, por transitar entre los limites de la danza y el teatro, de modo que resulta un ejercicio interesante, y me quedo pensando ¿hay coreografía sin danza? ¿cuál sería la dramaturgia dentro de la danza? El ejercicio se presenta como un sensorama, donde la primera indicación al entrar al espacio es: “todos al centro” somos tan complicados, que esa frase, a los presentes, nos colocó en una incertidumbre al no saber cuál era el centro. Creo que para ellos, los creadores, es tan claro, es tan preciso lo que ha de suceder y lo hacen con tal seguridad, que no hay cabida para sentirte agredido como público, pese a que la obra transita en total oscuridad. Fue para mi un ejercicio muy enriquecedor, el espacio estaba en tal oscuridad que me era imposible mantener los ojos abiertos, pienso que la oscuridad es igual de incomoda que la luz, así que los cerré. Hay en el texto palabras precisas que enmarcan la línea a trabajar. Todos somos lazados por una cuerda, la muerte, una decisión, todos al centro, al centro de las dudas. En un punto, un cuerpo se descubre a través de la luz y después el “juego” acaba. Creo que hay que “ver” esta pieza desde la sensación, pese a que hay una historia contada, creo que lo logrado a nivel experiencia es lo verdaderamente rico de esta puesta. Concluyo que si se quiere pedir,o tomar en cuenta al público para contar una historia, para “suceder”, tiene que ser sobre esa línea en la que indaga Jorge.


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Cierro con un trabajo que desde mi sentir de dramaturga -si es que lo soy-, me dio mucho gusto ver. Hace unos años, creo que dos, tuvimos por acá a Edgar Chías, una Norzagaray leyó un ejercicio sobre una nieta que se esconde junto con su abuela para evitar ser encontradas y asesinadas. En un lugar de festivalitis, siempre será grato ver a quienes buscan, dudan, y no quitan el dedo del renglón. La creación es atropellada por muchas circunstancias pero las cosas que de verdad resuenan, nunca han sido de un día para otro, no. Así que CAPULLO DE TIERRA fue mi gran sorpresa, iniciaré por el texto que no me parece pertinente, es urgente. Hace días pensaba que la violencia tiene años siendo pertinente dentro de la escena, y desde esa “pertinencia”, se han desarrollado puestas que apenas ponen en la mesa el tema, lo exponen como tema de clase, no es el caso de CAPULLO DE TIERRA, que vive, que pulsa desde la tierra, desde la nada, los desplazamientos. A nivel texto, es apreciable la economía, palabras que no intentan dibujar el espacio, porque son palabras que vienen de ahí, desde la urgencia, desde esa relación abuela – nieta. Lizet habla desde ahí, desde donde nace lo que aqueja. La dramaturgia sinaloense ha encontrado en estos temas la posibilidad de acaparar la atención, pero creo que la honestidad nunca pasará de moda y cuando se habla desde ese punto de quiebre, desde como nos impacta un perdida, siempre habrá verdad. Por otra parte, me pareció interesante la resolución del espacio, entramos y hay un capullo de “tierra”, después todo el alrededor, hasta nosotros estamos bajo tierra, el uso de luces, de la nieta que busca debajo de la tierra a su abuela, de pronto la luz la hace ver monstruosa, supongo así es la muerte cuando es ahogada en tierra, supongo que así es el recuerdo cuando uno muere, va y viene. No sé, me puse a pensar si cuando se muere en este tipo de circunstancias de desalojo, violencia, uno sigue los tiempos que siguen, así de atormentado. Comparto lo que me hizo sentir, pues creo que uno debe de salir así del Teatro. Por otra parte, grato ver a Ruth en otro tipo de actoralidad, un trabajo que la expone y que además, en una cercanía con el público que siento, con el tiempo le ayudará a entender y entenderse en este tipo de temas que nos son urgentes y no solo necesarios y deben, creo, ponerse en la mesa así, desde ese dolor, desde la fractura y no como exposición.


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Y bueno estos son mis comentarios, creo que las cuatro piezas, demuestran un interés de hacer teatro desde una necesidad propia, desde la búsqueda y eso es algo que a la larga estoy segura abonaran a la escena local y estatal.


Te dejo el cartel.

Teresa Díaz del Guante.


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