A LO MEJOR TE ENCUENTRO
- PAQUIDERMO
- 15 feb 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 jun 2020
Teresa Díaz del Guante.
El fin de semana pasado tuvimos de vuelta el monologo “A LO MEJOR TE ENCUENTRO” de Manuel Barragán. Esta pieza regresa después de haber formado parte del “Festival a una sola voz 2015”, en aquella ocasión no tuve oportunidad de verla, pero los comentarios entonces eran muy positivos para el montaje.
Pues bien, entramos al Foro Escénico TATUAS y una Malena entretenida en sus tortillas nos invita a pasar, no invita una “gorda” con sal. Nos advierte que Ramiro anda consiguiendo dinero para la siembra del aguacate. Nos arrimamos, hace frio afuera, pero Ramiro trajo la leña temprano, nos arrimamos para quitarnos el frio, nos sentamos a ver el tejido de una historia no de una de desaparición, es la historia de un amor.
Por principio, el montaje en sí es redondo, es una sola pieza, me cuesta trabajo separar o querer mirar solo un aspecto del montaje, porque todo es como un tejido que Nora Díaz, la actriz, va haciendo frente a nosotros. La música, el texto, la actriz, el espacio, y esa fuerza “ausente” Ramiro, que flota durante toda la obra. EL MONTAJE ES BELLÍSIMO.

El Texto y todo el diseño del montaje de Manuel Barragán es de esas cosas muy pensadas, trabajadas, pero que tiene un anclaje muy adentro de la entraña, se le nota el corazón a distancia. El texto es poético en dosis que me parecen precisas, hay economía de texto y es muy bello.
La estructura del texto hace que acompañemos a Malena cronológicamente, de una vida cotidiana hasta la desaparición. Cuando Ramiro desaparece, nosotros como espectadores ya estamos del lado de Malena, ya la queremos pues nos resulta entrañable, o en palabras del autor, “abrazable”. Esto me resulta súper importante, porque hace que la obra no sea vea panfletaria, ni forzada, ni está con calzador, no, está desde lo genuino, desde adentro, desde lo que le duele, no es solo la desaparición, sino todo lo que después de que “Ramiro se va”, empieza también a desaparecer. Y es completamente sensible, nos quiebra ver a un personaje que tiene por universo lo que alcanzan a ver sus ojos, y como eso es su "todo", después la vemos que empieza a perderlo. La fuerza que encuentra es en ella misma, en el recuerdo, en su embarazo, en dar una noticia, en una promesa.
El trabajo de Nora Díaz como Actriz es de verdad poderoso, porque no aborda todo este tema de la desaparición desde el discurso, sino de verdad de la creación de un personaje que está hecho con filigrana, es exquisito verla, sentirla, vas a su paso. El público estaba realmente en esa casa, en el fogón, escuchando todo reaccionando, estábamos con Malena todo el tiempo y yo creo que un actor que pueda hacer eso, es increíble y poderoso. Escuché a alguien decir entre el público, "Estaba sintiendo cosas todo el tiempo"
Me parece Barragán construyó un universo con todas las partes, la selección de música es acertadísima, duré dos días escuchando en mi cabeza pedazos de canciones. El espacio es sencillo, son javas de aguacate, eso está muy bien resuelto, vemos claramente todos los lugares por donde Malena nos lleva. Me encantaron los momentos poéticos, imágenes que lograron construirse en escena, el uso de la tela y el reboso, todo jugo favor de la puesta, que desde la letra hasta la actriz, con todo y director, es ENTRAÑABLE.

Al final del montaje, nos despiden con un altar con todos los objetos que nos contaron también la historia y es aquí donde me sacudí cuando Malena o creo que ya es la actriz, cambia la foto de Ramiro por la de Malena, eso me hizo preguntarme, ¿Qué desaparece cuando nos desaparecen? ¿Qué desaparece realmente?... Nos desaparecen a todos y todo, sacan a una pieza de la jugada, pero el resto nos quedamos sin saber, sin querer, en el recuerdo, en el temor, en el no saber que hacer. Desaparecen a uno pero nos van borrando a todos. Siento que Malena al final así se va, en un espiral hacia el olvido, agarrada del recuerdo y deseos para no llegar al olvido desde el dolor.
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