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MÁQUINA HAMLET

  • Foto del escritor: PAQUIDERMO
    PAQUIDERMO
  • 8 dic 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun 2020

O los perros de Hamlet.


Teresa Díaz del Guante.

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Fui a ver por segunda ocasión “Maquina Hamlet” de VITOKO TEATRO, la dirección corre por cuenta de Iko Lee. Maquina Hamlet de Müller, quien dejó de lado la necesidad de plantear una “idea” para escribir, optando por un camino más ruidoso que apela a la comodidad del espectador. El texto de entrada es ruidoso, estridente y por más que se desee no se podría llevar a escena de otra forma que no sea a partir de una estética de lo patético, de lo vil, de aquello que ha de incomodar.

La propuesta de Lee, siento que se recarga mucho en un tipo de teatralidad que no la considero “liminal” en lo que entendemos por exploración o búsqueda, es evidente todo este sonar “setentero” el performance, y este tipo de teatralidades que en su tiempo representaron un riesgo absoluto, sin embargo, al no estar familiarizados con este modo de andar el Teatro, pues porque que no nos es cercano, resulta increíble el contraste con la ya conocida “tradición teatral” que para bien o mal a formado a un publico y por tanto patrones de “gusto” , de modo que partiendo de esta idea, el hecho de que estos tres artistas se arrojen a crear esta puesta, ya de entrada es un hecho arriesgado y que hay que agradecer.


La estridencia en todo el alrededor, música, sonoridad, cuerpos, palabras, llevados a un ritmo y limite que logra ser constante en toda la obra. Uno de los aciertos mayores del montaje, es la plástica, hay en Maquina, una galería de imágenes poéticas que rayan en una estética bélica, grotesca, que elevan el discurso de la obra misma, y es que en cuanto a la imagen y lo corporal, la obra esta entendida por parte de los actores, el trabajo nunca se cae, desde que empiezan “están”, pero de pronto hay ciertos diálogos que quedan sobrando y esto lejos de ser un comentario negativo, es todo lo contrario, ya que logran de verdad, dejar de lado la palabra para transmitir el discurso o postura que tienen la obra. Las imágenes en Maquina resultan mas poderosas que la palabra, porque la convierten en símbolo, llegan a la esencia y sustraen esa “fatalidad” ese “hastío” que propone Müller.


Y es que hay que recalcar el trabajo de cuerpo en todos los sentidos, es evidente no solo la exploración si no la necesidad creativa de generar desde el cuerpo y no desde la palabra, vaya, por fin Teatro físico bien entendido en la ciudad.


Si tuviera que explicar con una imagen mi sentir del montaje, sería una partitura, donde las notas se acomodan en los diferentes niveles, vienen y van, no es lineal, no es una historia que se cuenta como tal sino una idea que se suelta y esta progresa porque los actores son como un par de “perros” atentos, prestos… el arrojo por parte de ellos es lo que hace embonar todas las piezas. Siempre hay más de una línea de lenguaje en cada escena, y ese es un gran acierto por parte del director, hay de pronto un circo a tres pistas que lejos de saturarnos nos colocan frente al desorden y algo pasa que nos sentimos identificados. En este montaje la potencia esta en el trabajo de los actores, su cuerpo, su arrojo, su “estar” en todas las formas, van y vienen juegan a ser y resulta que “son”.


Creo que al final de del día cuando uno hace un montaje lo más valioso no sería el aplauso, o el entender la historia, sino que el publico tomara en esencia el discurso de lo que se trata de decir, y en este montaje en particular, el discurso no queda en intento, no es un grito hueco como mucho Teatro que de manera pretenciosa retoma un tema “duro” para provocar. Ellos no gritan, porque son el grito, son un par de entes incomodos, que van y vienen de manera estridente dentro de una caja atascada de porquería, que no colocan la bondad y la maldad separadas, sino juntas y donde tristemente la maldad no ha delineado como sociedad e individuos.


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Un Teatro que no es para un publico cómodo que busca el mero esparcimiento, lo cual considero, que, desde el punto de vista local, eso ya es una revolución. Me quedo con trabajo y entrega

enorme por parte de los actores, que son la locura, cuando son ellos, cuando son Hamlet, cuando se abandonan, cuando son perros. Me quedo con la potencia de las imágenes poéticas y estridentes.

El director apuntaba que era solo una idea que se dejaba ir, pero al ver el montaje, pensar en el propio Hamlet y en la condición humana, me resulta increíble que muchas de las imágenes trabajadas en este montaje son un gran acierto, son una gran critica al estado de putrefacción que encontró W.S., que encontró Müller y donde nos encontramos nosotros.

1 Comment


majo_vale
Dec 14, 2018

oye, que rico es leerte enserio, muchas gracias por vernos y escribir tu experiencia.


besos .

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